Esta es la triste historia
De un probo maestro rural
Que a su lengua natural
Trataron como a una escoria.
Cuando la guerra acabó
Y los fascistas llegaron
Los vencidos se humillaron
Y los vencedores no.
Se encontraba Don José
Enseñando a sus rapaces,
Mocitos ya muy sagaces,
A multiplicar por tres.
De pronto un ruido se oyó
Y en umbral de la puerta;
Una aparición siniestra
En el aula hizo irrupción.
Un hombre de tez muy seria
Apoyado en un bastón
Avanzó con decisión
Con una leve cojera.
Trajeado con prestancia,
Yugo y flecha en la solapa,
Se dirigió hacia un mapa
Con manifiesta arrogancia,
Que en la pared, desabrido,
Dejaba ver una España
Que aquella guerra con saña
En dos había partido.
¡Arriba España, Pardiez!
Dijo el hombre alzando el brazo,
Tronando cual cañonazo:
¡Y qué Viva Cristo Rey!
Los chiquillos confundidos
Miraban a los adultos
Y no salían del susto
Ante aquellos alaridos.
Con afectado valor,
y escoltado a ambos lados
por dos guardias tricornados,
Se acercó al profesor.
Esa lengua me desgonza,
Ya que al español profana
Esa cháchara aldeana,
De bárbaros jerigonza.
El español fue triunfante
Allende el extenso mar,
¿Cómo osa desafiar
Al idioma de Cervantes?
|
Se impuso a la lengua azteca,
Llevó de Dios el mensaje
A aquellas hordas salvajes
Que tal vez ni lo merezcan.
Si a América conquistó,
¿Cómo es posible que usted
Cometa la insensatez
De no enseñar español?
Con mucho desasosiego,
El maestro respondió:
¡Non abomino o español
Pero eu amo o galego!
El fascista, ofuscado
Por la valiente respuesta,
La tomó como una afrenta
Y dijo a los dos armados:
Dada pues la situación,
Tómenlo prisionero
Y que él sea el primero
Que se lleve al paredón.
Y los niños ignoraban
La gravedad de la escena
Y no advertían la pena
Que a Don José embargaba.
Atónitos en sus
bancos
Oyeron al extraño hombre
Como vitoreaba un nombre:
¡Viva Franco, Viva Franco!
Un maestro de Galicia
Que a la muerte caminaba,
Sus lágrimas derramaba
Por semejante injusticia.
Y entonando en re bemol,
Todos los días de escuela,
Los niños en parihuelas
Hoy cantan el Cara
al Sol.
Y recitan a Quevedo,
Y leen obras de Machado
Copiándolas al dictado,
Pero jamás en gallego.
Son del triunfo las prebendas,
De la victoria la miel,
De los vencidos la hiel
Y la extinción de sus lenguas.
La muerte de su cultura
Y la de sus adalides,
De los que hoy sus deudos piden
Encontrar su sepultura.
|
Inspirado en el cuento de Alphonse Daudet, La última clase.
José M. Ramos. Pontevedra, junio 2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario