Tomé una circunferencia,
una regla y un compás,
y sin otro utensilio más,
me dispuse con paciencia
a un problema resolver
que, dada mi información,
nadie daba solución
pese a intentos mil hacer.
Era matemática pura
lo que debía aplicar
y del círculo lograr
la huidiza cuadratura
Pasaron meses y años,
y tras arduas intentonas
se quemaron mis neuronas
por mis resultados vanos.
Y aunque le puse pasión
abordando tal problema,
se me planteó el dilema
de si abandonaba o no.
Cuando se lo consulté
a un amigo que era un sabio,
afloró risa en sus labios
y dijo con buena fe:
|
Ya lo intentaron los griegos,
en el medievo también
y después de lustros cien,
emborronaron mil pliegos,
llegando a la conclusión
de que el problema de marras
se les subía a la parra.
¡No tenía solución!
Y dicho esto de pronto,
la desazón me invadió
y mi rostro se tornó
quedándome faz de tonto.
Hoy se sabe hasta la hartura,
que muy zote hay que ser
para intentar resolver
del círculo la cuadratura.
Cabizbajo y derrotado
De todos fui el hazmerreír
y me dediqué a escribir
“Como ser un fracasado”
Libro del que se vendieron
solo cinco ejemplares:
Cinco fieles familiares
que de mí se compadecieron.
|
José M. Ramos. Pontevedra 25 marzo 2012