sábado, 10 de marzo de 2012

La Cenicienta (versión apócrifa)

Con un poco de pimienta
Y algunas otras especias,
Un potaje de lentejas,
Preparaba Cenicienta.

Pero se le olvidó la sal.
Sus hermanastras malvadas
La insultaron indignadas
Y la trataron muy mal.

Lo que primero le hicieron
Fue castigar de inmediato
Haciéndole fregar los platos
E ir al baile le prohibieron.

Y las dos, las muy cobardes,
Fueron a dormir la siesta
Pues comenzaba la fiesta
A las siete de la tarde.

Cenicienta en su cuartucho
Lloraba desconsolada,
Pues estaba ilusionada
Y el baile anhelaba mucho.

Cuando en un gran fogonazo
Apareció una hadita
Que con mágica varita
Le golpeó en el brazo.

Y tras un vértigo fatal
Vestida se vio elegante,
Al cuello con un brillante
Y zapatos de cristal.

Y una calabaza vio
Conducida por ratones
Que el hadita con sus dones
En carroza transformó.

Y allá se fue tan contenta
Al baile del regio palacio
Cuyo principie era un lacio
Y la música muy lenta.

Pero cuando vio al portero
A tal bella abrir la puerta,
El príncipe pidió a la orquesta
Paquito el chocolatero.


Y bailando a troche y moche
El príncipe y Cenicienta
Disfrutaron de la fiesta
Danzando toda la noche.

Mas medianoche se hizo
Y Cenicienta alarmada
Corrió rauda y asustada
Pues se rompía el hechizo.

Y en carrera desigual
Atrás dejó olvidado
Sin serlo premeditado,
Un zapato de cristal.

Y después de aquel suceso
El príncipe de aquel Estado,
Al haberse enamorado,
Cayó en profundo embeleso.

No había otra solución
Que hallar a la propietaria,
Un poquito estrafalaria,
Del zapato y su tacón.

Y soldados del palacio
Tierra y cielo removieron,
Mas encontrar no pudieron
A quien sirviese el zapato.

Y en el piso abuhardillado
Donde Cenicienta estaba
Sus hermanastras malvadas
Se probaron el calzado.

Ni les entró a la de tres
Pues eran gordas y feas,
Y aunque no te lo creas,
Se le transmite a los pies.

Pero al llegar Cenicienta
Y el zapatito encajó,
El asombro fue mayor
Al ser ella una sirvienta.

Asando están las perdices
Y el cuento conocéis,
Por lo tanto ya sabéis
Quienes van a ser felices.

José M. Ramos. Agosto 2011