jueves, 7 de junio de 2012

La Venganza


Rendido ante la adversidad,
vi como me engañabas
y con otro retozabas.
¡Qué perfidia y qué maldad!

Después de todo el amor
que mi alma generosa,
dulce, gentil, dadivosa,
desprendida te entregó,

tú a cambio me prodigas
burlas infames y sucias
por lo que el dolor me acucia
y se revuelven mis tripas.

Pero el día que este duelo
por tu cariño perdido
haya caído en olvido
y ya no me quite el sueño,

ve preparando tu alma,
porque después de tus chanzas
prepararé mi venganza
con tranquilidad y calma.

Y el día menos pensado,
cuando a salvo tú te creas,
y con mi rival te veas
allí estaré agazapado

y a ambos os sorprenderé
Sin hacer ruido alguno,
y levantando mi puño
al hombre acuchillaré.

Con goce oiré como chillas,
disfrutando de tu horror
viendo el cambio de color
del rosa de tus mejillas.

Y tu horrible palidez
será para mí ambrosía.
¡Mala mujer, puta, arpía!
¡Cállate ya de una vez!


Acto seguido te haré
morder el polvo del suelo,
y con tu propio pañuelo
tu garganta apretaré.

Y entre estertores tus ojos,
de sus orbitas saldrán
y lo último que verán
será mi rictus de gozo.

Cuando tu bonito cuerpo
se convierta en masa inerte,
en la que ha entrado la muerte,
solo servirá de estiércol

para abonar esos huertos
sitos en el camposanto
que cubre con triste manto
a esos millares de muertos.

Serás en el cementerio
un cadáver putrefacto
consecuencia de tus actos
y el pecado de adulterio.

Pronto lo haré, pero ¿cuándo?
No espero tu senectud.
Matándote en tu juventud
tu castigo yo adelanto.

Tras pasar muchos inviernos,
llegado el último minuto,
No temeré en absoluto
encontrarte en el infierno.

Pues como la venganza nada
resulta tan placentero,
Es por ello porque quiero
verte pronto amortajada.



José M. Ramos. Junio 2012