viernes, 5 de octubre de 2012

El que la hace la paga



Enfrentado a un chuletón
con tenedor y cuchillo
se me rompió un colmillo
al morder en un tendón.

¡Qué desgracia, qué lamento!
pues era el primer bocado
que a la carne le había dado
porque estaba muy hambriento.

El dolor que ahora sufría
en mi lacerado diente
fue burla de los clientes
de aquella churrasquería

Y a mí se dirigían
con palabras de consuelo
adhiriéndose a mi duelo,
mas no exentos de ironía

¡Tómese usted una sopa
que no tenga tropezones
para evitar más lesiones
en los piños de la boca!

Y entre cubierto y cubierto
a mi costa se mofaban,
por lo que yo defecaba
en las castas de sus muertos.
Mi carácter es indómito
Y bromas muy bien no aguanta.
Mis dedos en la garganta
produjeron un gran vómito.

Y expulsando aquella cena,
El desagradable olor
Provocó en el comedor
la reacción en cadena.

Todo el mundo vomitó,
Y al ver como aquella gente
Eran de vómito fuentes
Ahora me reía yo.

¿Y cuál es la moraleja
de esta historia tan trivial?
Que a aquel que te trate mal
¡Dispárale entre las cejas!

Sus burlas jamás permitas
Y aun no siendo pendenciero,
Nunca dejes al chancero
Que se vaya de rositas.



José M. Ramos. Octubre 2012