En aquella oscura estancia
te espiaba yo ladino,
y con mi olfato tan fino
me embriagaba tu fragancia.
Ajena tú a mi presencia,
te mirabas al espejo
que devolvía el reflejo
de tu sin igual belleza.
Cuanto más yo te veía,
en mi despertaban ansiosos
instintos libidinosos
y mi excitación crecía.
Sin poder ya contenerme
Hacia ti fui raudo y veloz
Con un ímpetu feroz
Y ansias de poseerte.
La irrupción de aquella sombra
que te tomó entre sus brazos
prodújote tal embarazo
que te caíste en la alfombra.
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Y allí, al desvanecerte,
y al verte frágil y pura
cesó pronto mi calentura
y ya no quise tenerte.
A tus labios y nariz
aplique sales y aromas,
y cuando saliste del coma
tú te fijaste en mi.
Al verte casi desnuda,
ante mi mirada atenta,
con una caricia lenta
tocaste mi faz barbuda.
Y con mucho desparpajo,
sin siquiera darme cuenta,
ágil te diste la vuelta
y me tenias debajo.
Y en ese mismo instante,
sin yo poder evitarlo,
en el suelo de tu cuarto
sin piedad me violaste.
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Pontevedra, 16 de junio de 2012.