martes, 3 de abril de 2012

El Cid

En la grupa de Babieca
y sobrado de valor,
al moro vil e invasor
quise arrojar a la Meca.

En mil batallas luché
y con mi fe como luz
y de estandarte una cruz,
en los mil frentes gané.

Enfrentado en buena lid
contra  el aguerrido moro
todos me llaman a coro
Rodrigo Diaz, el Cid.

Y fui una leyenda en vida.
Mis actos emprendedores,
juglares y trovadores
en sus trovas dan cabida.

Me temía el musulmán
Y ante mi arrojo temblaba
Al enarbolar mi espada
Y al ejecutar mi plan.

Muertos por doquier dejé
Y en la estepa castellana
Todavía sangre mana
De todos los que maté.

Pero un día de verano
En el que el sol abrasaba
La muerte me arrebataba
De las huestes del cristiano.

Y en las mañanas más frescas,
Aprovechando mi fama,
Me sacaban de la cama
Y montaban en Babieca.

El moro, al verme a lo lejos,
Avanzar en mi montura,
Huían en la espesura
En espantado cortejo.

Y ante esta situación bizarra
De un jinete, alma en pena,
En la mano sarracena
Temblaban las cimitarras.

Por lo que resulta muy cierto
Que al moro mantuve a raya
Ganando muchas batallas
Inclusive estando muerto.


José M. Ramos. Pontevedra, 3 abril de 2012