Poeta
hoy desconocido,
de
ascendencia portuguesa,
nacionalidad
francesa
y
de religión judío.
El
Parnaso fue su guía
y
esa escuela lo absorbió,
componiendo
con pasión
multitud
de poesías.
Nunca
venció la fatiga
y
escribió varias novelas,
y
ejemplo de una de ellas
es
Las madres enemigas.
El
relato breve tocó
sazonado
de erotismo,
y
tal vez por eso mismo
fue
un género en el que triunfó.
También
se dedicó a imprimir
y
a fundar nuevas revistas
donde
todos los artistas
comenzaban
a surgir.
Mucho
le deben autores
que
si Mendès no existiera,
tal
vez no se conocieran
y
se hubiesen muerto pobres.
Y
a Mendès reconoció
incluso
Rubén Darío,
parnasiano
de tronío,
que
un soneto dedicó [1].
Discípulo
de Gautier,
que
lo acogió con bondad,
al
igual que Maupassant
lo
fue también de Flaubert.
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Aunque
Mendès fue más lejos
y
a la hija del maestro
con
arrojo y muy dispuesto
conquistó
y tiró los tejos [2].
Su
muerte fue violenta
y
causó gran impresión
pues
su agonía duró
y
fue de manera cruenta.
Mendès
iba adormilado
en
el tren hacia su mansión
cuando
advirtió una detención
y
creyó haber llegado.
Y
al bajarse del vagón
comprobó
horrorizado
que
su pie se había enganchado
en
las ruedas del convoy.
Como
nadie se percató
y
el tren reanudó su marcha,
al
túnel llegó la Parca
y
desangrado murió.
Hoy
su obra no se lee,
el
tiempo la fue olvidando.
Yo
la estoy recuperando
y
divulgo en Internet. [3]
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Catulle Mendès (1841-1909) |
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José M. Ramos. Cádiz, 26 julio 2011
[1]
Puede ajustarse al pecho coraza férrea y dura;//puede
regir la lanza, la rienda del corcel; //sus músculos de atleta soportan la
armadura... //pero el busca en las bocas rosadas leche y miel. //Artista, hijo
de Capua, que adora la hermosura, //la carne femenina prefiere su pincel; //y
en el recinto oculto de tibia alcoba oscura //agrega mirto y rosas a su
triunfal laurel. //Canta de los oaristis el delicioso instante, //los besos y
el delirio de la mujer amante, //y en sus palabras tiene perfume, alma, color. //Su
ave es la venusina, la tímida paloma. //Vencido hubiera en Grecia, vencido
hubiera en Roma, //en todos los combates del arte o del amor. (A
Catulle Mendès. Rubén Darío, 1890).
[2] Se casó con Judith Gautier, hija de Théophile Gautier, aun con la oposición de este último.