Era
un tipo vil y abyecto,
asesino
por encargo,
pese
a todo y sin embargo
su
nombre era Perfecto.
Era
bizco y cojeaba,
feo
hasta lo indecible
con
un rostro indefinible
y
Perfecto se llamaba.
Y
si de él se burlaban
o
reían con descaro,
con
unos cuantos disparos
al
burlón eliminaba.
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Un día robando un banco
la
poli lo sorprendió,
de
un disparo lo abatió
y
acabó en un camposanto.
Y
así reza su epitafio:
“Perfecto
bajo tierra está.
Y
perfecto es el lugar
Para
un sujeto tan zafio”.
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Cádiz, 30 julio 2011