La
luna estaba en lo alto
la
cánula nos envolvía,
los
mosquitos nos comían
tomándonos
al asalto.
Cerca
del arroyuelo
se
oyeron croar las ranas
y
un búho sobre una rama,
alzó
presuroso el vuelo.
Yo
me mostraba atrevido,
tú
te dejabas hacer,
y
en fugaz ver y no ver
ya
no tenías vestido.
Y
nos sentíamos presos
de
ese ambiente acogedor,
disfrutando
del amor
que
nos brindaban los besos.
Y
sin previo aviso alguno
yo
te cubrí con mi manto
pues
apagó aquel encanto
un
granizo inoportuno.
|
Y
empapados bajo el cielo
que
amenazaba caer,
comenzamos
a correr
bajo
bolitas de hielo.
El
fragor de la pasión
quedó
en un segundo plano,
pues
el asunto era vano
ante
el brutal chaparrón.
Y
es que la única cura,
para
bajar efusiones,
es
que vengan nubarrones
y
baje la temperatura.
Y
si un poco tú me apuras
un
consejo te daría:
date
una ducha bien fría
para
evitar calenturas.
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José M. Ramos. Pontevedra, octubre 2011
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