Tiene
nombre de pintor
y
apellido de colores,
y
yo les digo, señores,
que
al sol le tiene pavor.
Es
un hombre con misterio
y
a veces se le puede ver
antes
del amanecer,
dormido
en el cementerio.
Y
en el matadero hace un rito,
pidiendo
sangre de reses
que
bebe durante meses
hasta
saciar su apetito.
Su
indumentaria me escapa,
impecable
y trajeado,
siempre
va encorbatado
y
se cubre con la capa.
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Y
carece de rubor
pues
si me fijo y lo miro,
me
recuerda a los vampiros
del
cinema de terror.
No es Nosferatu ni Drácula;
nuestro
hombre no es maligno,
y
en nuestra ciudad es digno
de
ser tildado sin mácula.
Y aunque algún miedo irradie
el
mozo es inofensivo,
normales
sus incisivos
y
no se mete con nadie.
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José M. Ramos. Cádiz, 30 julio 2011