Tres
pequeños cochinillos
Muy
alegres retozaban
Ni
siquiera sospechaban
Convertirse
en solomillos.
Acechaba
un lobo fiero
A
los cerdos inocentes
Teniendo
intención en mente
De
comérselos enteros.
Aunque
no tenía indicios
De
que aquellos tres marranos
Eras
polis disfrazados
De
la brigada antivicio.
Y
cuando ante ellos oyeron
Aquel
terrible rugido,
Los
tres polis sorprendidos
Sus
pistolas extrajeron.
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Y
el lobo mirando el cuadro
De
tres cerdos tan valientes
Armados
hasta los dientes,
Huyó
cual lo lleva el diablo.
Y
corriendo como ardilla
Aún
continúa el felón.
Ahora
odia el jamón
Y
no quiere paletilla.
Y
cortando por lo sano
Carne
dejó de comer,
Y
a veces lo podemos ver
En
bares vegetarianos.
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José M. Ramos. Agosto 2012