Era
moza linda y fina,
con
andares de princesa,
erguida,
envarada y tiesa,
la
llamada Peregrina.
Y
a la vera del camino
que
iba hacia Compostela,
radiante
como una estrella,
seducía
al peregrino.
|
Era
el suyo amor venal,
porque
no era gratuito
ni
tampoco fortuito
y
costaba un dineral.
Y
así es como en mi tierra
comentan
muchos vecinos,
que
hay quién no hace el Camino
aunque
sí haga la carrera.
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José M. Ramos. Tarifa (Cádiz), 22 julio 2011
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