Unas
enormes patillas
limitan
su rostro augusto
y
si le hicieran un busto
sería
una maravilla.
Y
clara cual agua de río,
límpida
y cristalina,
es
evidencia supina
que
tiene nombre judío.
Y
decir también excuso,
aunque
parezca trivial,
obvio
y elemental,
que
tiene apellido ruso.
Mas
contra todo pronóstico
Era
norteamericano.
De niño rezaba en vano
porque siempre fue agnóstico.
Astrofisica
estudió
Y
a la divulgación científica
De
una manera magnífica
el
hombre se dedicó.
Otros
campos cultivó
De
la gran cultura humana
Y
gracias a una mente sana
Una
Historia nos legó.
Aunque
la gran aportación
Que
más célebre lo hizo
Fue
escribir con oficio
historias
de ciencia ficción.
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Este género proscrito
Por
la crítica ortodoxa
Vio
levantarse la losa
De
los desprecios del crítico.
Y
entre su gran producción,
Sus
admiradores mentan
Los
volúmenes que cuentan
La
saga de La Fundación.
Yo robot es colección
de
relatos futuristas
dando
su punto de vista
de
esa máquina en acción.
Y
pese a su escepticismo
sobre
Dios y su existencia,
Este,
en su eterna sapiencia,
lo
sustrajo del abismo
al
que cae el ser perverso.
Porque
¿quién va a contar mejor
al
Dios que todo es amor,
historias
del universo?
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Isaac Asimov (1920-1992) |
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José M. Ramos. Pontevedra, 4 de agosto 2011